PANGE LINGUA
El misterio
Eucarístico es uno de los pilares del cristianismo, lo que los sentidos no
permiten entender, la fe lo siente, lo experimenta y lo vive de forma real y
cierta. Que un trocito de pan y un poco de vino se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo es el medio más excelso de unirnos a Dios porque Él mismo se
hace alimento para nosotros.
El pasado
jueves, Jueves Santo celebramos litúrgicamente, como cada año, la Última Cena de Jesús con sus apóstoles.
Fue durante
esa celebración de la Pascua judía del Señor con los suyos cuando Él instituyó
la Eucaristía. Sacramento del Amor, Amor de Dios hacia el hombre, y fuente de
la unión entre todos los hombres en el Amor de Dios, sólo el Amor es capaz de
crear la unidad que nos pidió Jesucristo y la Eucaristía es el alimento para
esa unión.
Como cada
Jueves Santo, se preparan monumentos que albergan el Cuerpo de Cristo hasta el
momento de celebrar su Pasión y Muerte al día siguiente, en Viernes Santo.
Seguramente,
en la mayoría de los lugares se habrá entonado ante el monumento uno de los
himnos Eucarísticos más extendidos: Pange Lingua
Su autor fue
Santo Tomás de Aquino, y es un himno que conozco desde que tengo uso de razón,
incluso lo he cantado pero he de reconocer que no sabía lo que decía.
Hace varios
meses redescubrí una versión que hicieron de este himno el conocido grupo de
música Mocedades, entonces me entró la curiosidad de saber el significado de lo
que decimos en él.
Como mi
conocimiento del latín es muy limitado, he buscado la traducción en
Internet.
Tiene una
profundidad teológica y espiritual impresionante.Y dice así:
Canta, lengua,
el misterio del cuerpo glorioso
y de la sangre
preciosa
que el Rey de
las naciones,
fruto de un
vientre generoso,
que se derramó
como rescate del mundo.
Nos fue dado,
nos nació de una Virgen intacta;
y después de
pasar su vida en el mundo,
una vez
esparcida la semilla de su palabra,
y lo concluyó
de modo admirable.
En la noche de
la última cena,
recostado a la
mesa con los hermanos,
después de
observar plenamente la ley
en la comida
de la Ley,
se entrega con
sus propias manos
como alimento
para los Doce.
El Verbo hecho
carne, un pan verdadero
convierte con
su palabra en su carne,
y el vino se
vuelve sangre de Cristo;
y si los
sentidos fallan, para reafirmar
el corazón
sincero la sola fe basta.
Veneremos,
pues, inclinados
a tan gran
Sacramento;
y la antigua
figura ceda el puesto al nuevo rito;
la fe preste
auxilio
a la
incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al
Hijo sean dadas alabanza y júbilo,
también salud,
honor, poder y bendición;
una gloria
igual sea dada al que procede de ambos. Amén.
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