Carta a Iván


Querido Iván:
Seguramente me preguntes cuando seas más mayor las razones que tuve para ir a Madrid el pasado 17 de octubre, y también te preguntarás porqué te llevé conmigo.
Tengo que confesarte que si participamos en la manifestación cuyo lema era “Cada vida importa”, fue por ti y para ti.
¿Por ti? ¡Claro, chiquitín! Por que desde tu más pequeña presencia dentro de mí ya me enseñaste que la vida de un ser humano es un auténtico milagro y que, aún estando dentro de mí, eras independiente y ya te sentía como el ser único e irrepetible que eres. Cuando tú estabas dentro de mí, querido hijo, hiciste que todo mi mundo se transformara: nunca estaba sola, ahí estabas tú conmigo acompañándome a dondequiera que fuera; me sabía especial, ya que era un templo de la vida, me sentía más vital y con mayor energía porque ¿sabes una cosa? llevarte dentro me rejuvenecía, y también me hacía sentir más guapa.
Por ti, porque has hecho que sintiera con gran intensidad sentimientos que nunca había conocido y esos sentimientos me hicieron ponerme en el lugar de todas las mujeres que han sido, son y serán madres algún día.
Y en el de aquellas que tuvieron que eliminar las vidas de sus criaturas cuando se estaban acabando de estrenar… ¡Cuánto dolor! No logro entender cómo una mujer que es madre esté de acuerdo con prácticas abortistas.
¡Si la maternidad es la mayor expresión de nuestra feminidad! ¡Es lo más maravilloso que puede llegar a pasarnos a las mujeres!
También estuve el 17 de octubre en Madrid para ti, sí cariño, para ti. Porque eres el presente y el futuro, y deseo para ti un país en el que se respete por encima de todo la vida humana. Porque quiero que descubras el incalculable valor de cada vida y quiero que actúes en tu vida bajo ese principio. Sólo así llegarás a ser feliz, mi niño. Sólo sabiendo que el mayor valor que tenemos es el de la vida y que lo más valioso que puedas encontrar en tu camino es la vida de todos los demás.
Estuve para ti, para que nadie pueda hacerte daño porque digan que tu vida, o la vida de alguien que tu ames sea inservible o sea inútil o sea un estorbo. Estuve para que puedas llegar a ser padre algún día, un padre responsable y feliz.
Estuve para que no tengas que echarnos en cara a las generaciones pasadas que no hicimos nada ante la barbarie de la muerte de tantos y tantos seres inocentes. Tantos niños y niñas con los que habrías podido jugar, ser compañero de clase, de trabajo. Tantos niños y niñas de los que habrías podido enriquecerte con su belleza única e irrepetible, como la tuya, pequeñín.
Y te llevé conmigo para que aprendas, (sé que a pesar de tus dos años ya puedes aprender mucho), que en la vida tenemos que dar la cara, tenemos que luchar y esforzarnos por los demás.
Te llevé para que aprendieras que se puede luchar desde la alegría, desde el más profundo respeto, desde la belleza, desde la delicadeza, desde la unión con los demás. Porque esos fueron los valores que vivimos en Madrid el 17 de octubre.
Tengo que decirte que disfrutaste muchísimo con cada canción, con cada aplauso, con cada explosión de color que veías en el cielo gracias a los miles de globos que echaron a volar, con el helicóptero que nos miraba en la distancia, con cada atención de la gente que pasaba a tu lado y se fijaba en ti. Disfrutaste muchísimo con tu familia, con tus abuelos y tu tío… y con esa “familia” que ya estás empezando a descubrir que es toda la humanidad.


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