QUE NO NOS CANSEMOS

Si hay una frase que me impacta sobre manera es la de la Madre Teresa de Calcuta: “No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar”.
Ella era muy consciente de que el número de personas que no tenían ni siquiera sus necesidades más primarias cubiertas era inmenso. En su afán por asistir al máximo posible, creía que debía prescindir incluso de las horas de descanso.
¡Impresionante mujer!

Imagino que muchos de los que hoy me escuchan estén implicados en algún tipo de tarea asistencial.

Considero un milagro que, a pesar del individualismo dominante, existan tantísimas personas que renuncien a su tiempo de ocio o de descanso y ofrezcan su dinero, sus energías, su esfuerzo, su cariño e ilusión, en la lucha por alcanzar el Bien Común.

Son muchos los frentes abiertos, parece mentira que se esté hablando de una sociedad moderna y civilizada, una sociedad que progresa cuando la realidad nos muestra con crudeza que cada día son mayores las brechas que se abren.

Múltiples personas se unen en diferentes grupos o asociaciones con fines de lo más diverso para lograr cubrir o, al menos paliar, las infinitas necesidades e injusticias que otros sufren. Y eso es, ni más ni menos, trabajar por el Reino de Dios.

Como ya saben, participo en la Asociación RedMadre. Nuestra asociación tiene como fin prioritario la atención, el acompañamiento, el apoyo de mujeres que estén viviendo un embarazo con dificultades para poder darles una alternativa a lo que tristemente ha pasado a considerarse como primera, e incluso, única salida a esa situación en muchos casos: el aborto.

Somos muy conscientes, cada día más, de que es una lucha titánica. Nos sentimos como David frente a Goliat. Porque el aborto no sólo ha dejado de ser entendido como un mal aceptado, sino que ha llegado a considerarse como un “derecho de la mujer”. Las cifras han aumentado y son escalofriantes. Y lo peor de todo es que cada aborto no sólo termina con la vida del bebé abortado sino que trunca la de sus padres, incluso abuelos porque el drama se extiende alrededor de quienes están implicados. Estamos permitiendo que haya una sociedad cada vez más herida y las gravísimas consecuencias de esto ya las estamos sufriendo.

Hablo desde mi experiencia, pero estoy segura de que, al igual que en el fin de nuestra asociación se me antoja descomunal, el resto de entidades también ven su labor como una tarea inagotable.
Pensando en esta situación recordé una hermosa oración del Beato D. Manuel González a nuestra Madre Inmaculada, una oración que debiera servir de estímulo también incluso para aquellas personas que aún siendo no creyentes o agnósticos, ofrecen sus vidas por la búsqueda del Bien Común.

“¡MADRE Inmaculada! ¡Que no nos cansemos! ¡Madre nuestra, una petición! ¡Que no nos cansemos!
Si, aunque el desaliento por el poco fruto o por la ingratitud nos asalte, aunque la flaqueza nos ablande, aunque el furor del enemigo nos persiga y nos calumnie, aunque nos falten el dinero y los auxilios humanos, aunque vinieran al suelo nuestras obras y tuviéramos que empezar de nuevo... ¡Madre querida!... ¡Que no nos cansemos!
Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre, con los ojos de la cara fijos en el prójimo y en sus necesidades, para socorrerlos, y con los ojos del alma fijos en el Corazón de Jesús, que está en el Sagrario, ocupemos nuestro puesto, el que a cada uno nos ha señalado Dios.
¡Nada de volver la cara atrás! ¡Nada de cruzarse de brazos! ¡Nada de estériles lamentos!
Mientras nos quede una gota de sangre que derramar, unas monedas que repartir, un poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón, un poco de fuerza de nuestras manos o en nuestros pies, que pueden servir para dar gloria a Él y a Ti, y para hacer un poco de bien a nuestros hermanos...
¡Madre mía, por última vez! ¡Morir, antes que cansarnos!”

Hoy deseo felicitar todos los que trabajan por el Reino desde innumerables ámbitos. Animarlos a pesar de los desencuentros, de las zancadillas, de que parezca una “misión imposible”. Alentarlos a seguir luchando porque sin ellos, el mundo sería un lugar peor.

Y, por supuesto… ¡Que no nos cansemos!

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