Kyle Maynard

Sin manos ni pies escribe –con bolígrafo y ordenador–, conduce su cherokee y hace mil otras cosas que parecían imposibles.

No hace falta haber terminado este libro para desear encontrarse con algún defensor del aborto, uno de esos eugenesistas posmodernos que se desayunan con unos cuantos embriones humanos en las papeleras y decirle: ¡Chúpate esa!
Esa es la primera reacción. Kyle Maynard nació con una amputación de causas desconocidas. Sus piernas acaban justo encima de las rodillas y sus brazos donde deberían estar los codos. Cuando el pediatra lo puso en brazos de sus padres, sabedores ya de que no tenía extremidades, su madre suspiró de alegría diciendo: “¡No puedo creer que sea tan hermoso!”. Pero la belleza de esa vida no acabó ahí, sino que justo empezaba, lo mismo que la de quienes lo siguen acompañando desde hace años.
Kyle Maynard nació en un hogar, no en una factoría donde los hijos se producen por encargo y con derecho a devolución si no se cumplen las expectativas. Por lo mismo sus padres, creyentes sinceros en Dios, desean lo mejor para su hijo y no para ellos. Cuando nace con esa limitación física no se escandalizan. Simplemente piensan que Dios debe tener algo previsto para él y que todo conducirá a un buen fin. Y en seguida se ponen manos a la obra.
El padre enseguida se dio cuenta de que si no enseñaban a Kyle a valerse por sí mismo lo haría un ser totalmente dependiente y, además, impedirían sus posibilidades de progresar. Por eso, y sin dejar de acompañarlo, hubo de aprender a comer solo y muchas otras cosas. Eso le inculcó una mentalidad: nunca se deben poner excusas, porque ello hace que de antemano nos indispongamos para lo posible, aunque sea difícil.
Uno se emociona, y se avergüenza un poco de sí mismo, cuando ve donde ha llegado Kyle. Sin manos ni pies escribe, tanto con bolígrafo como a ordenador, conduce su cherokee y hace mil otras cosas que, de antemano, parecerían imposibles. A través de la historia que nos narra descubrimos al niño que se supera a diario, que llega a formar parte de un equipo de fútbol americano y consigue ser campeón de lucha libre o batir record en levantamiento de pesas.
Pero eso es sólo la parte exterior de un alma grande, de un deseo de superación difícilmente igualable y un testimonio estremecedor de cómo la dignidad de la vida está por encima de las circunstancias.
Vale la pena leer este libro, que estimula a afrontar a vida con una mayor ilusión y sin excusas. Irene Villa, que perdió las dos piernas en un atentado de ETA, enriquece el ya de por sí imprescindible libro con un prólogo, que es también un testimonio y un reconocimiento.
En la actualidad Kyle Maynard estudia en la Universidad. Es conocido por millones de personas que lo han visto u oído en la televisión, los periódicos y la radio. Nadie ha quedado indiferente. Muchos, gracias a él han aprendido a afrontar sus propias vidas de otra manera. Un libro imprescindible para dejar de respirar nihilismo.
Cuando la estrella televisiva Larry King entrevistó a Kyle en su programa de la BBC, los telespectadores norteamericanos respondieron emocionados. Fue una de las entrevistas con mayor audiencia, hecha a partir del libro Sin excusas que escribió el propio deportista. Su publicación ha sido el mejor estímulo para muchos minusválidos de todo el mundo.
Kyle Mainard (1986) nació con una rara enfermedad llamada amputación congénita. No tiene brazos a partir de los codos, ni piernas a partir de las rodillas y mide tan solo un metro y veinticuatro centímetros. Sus padres, pese a la recomendación de aborto, decidieron seguir adelante, enfrentándose a la denominada "cultura de la muerte". El resultado ha sido un hijo luchador y competitivo en el deporte que ha llegado a conseguir records en el deporte.
"Salvando la diferencia, que sobrepone la capacidad de este deportista de excepción a la mía, tenemos de nuevo algo en común: las ganas de superarnos, de ponernos retos, de divertirnos, de ser felices", escribe en el prólogo Irene Villa, la joven a la que una bomba de ETA cortó las piernas cuando tenía doce años y practicaba el baloncesto y el patinaje sobre hielo.
Para Kyle, sus experiencias con los boy scouts marcaron su infancia y le sirvieron para demostrar una vez más, que no había límites, que podía hacer lo que los demás niños de su edad y que de nada valía quedarse en casa lamentándose de sí mismo.
Competidor por temperamento Kyle Maynard se propuso tener éxito como deportista y con duro entrenamiento llegó a ser campeón de lucha libre en el estado de Georgia y en 2005 consiguió el record mundial en la categoría de halterofilia modificada de banco, al levantar 163 kilogramos, tres veces el peso de su cuerpo.
Arnod Schwarzenegger, gobernador de California, ex campeón de culturismo y ex actor ha dicho: "Como campeón de halterofilia y de lucha libre, Kyle Maynard es la bomba. Pero como ser humano excepcional. Es una de las personas más inspiradoras que he conocido. Recomiendo "Sin excusas" a todo el mundo".

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