4 - QMEV - DOLOR
Atención, pregunta: ¿Se puede ser
feliz en medio del dolor?
Ahora es cuando tu cabeza empieza
a dar vueltas y se llena de confusión: felicidad y dolor ¿juntos?, ¿en la misma
frase?
¿De qué me estás hablando hoy?
De acuerdo, empecemos por el
principio
El ser humano tiene tres grandes niveles
de necesidades en su vida y busca cubrirlos con más o menos empeño.
Tú como cualquier persona,
tienes:
Necesidades primarias, son las
que surgen de lo biológico, de tu naturaleza como ser vivo que eres. En muchos
de los casos cubrirlas es imprescindible para sobrevivir, por ejemplo: comer,
beber, descansar y un largo etcétera.
Cada vez que una de tus
necesidades primarias queda cubierta sientes placer.
El placer es un sentimiento
intenso pero bastante fugaz y efímero. Su duración es limitada.
Por el contrario, cuando no
cubres tus necesidades primarias, lo que aparece es el dolor.
¡Perfecto!, ya sabes de dónde
surge el dolor, de no cubrir tus necesidades primarias, ésas que son esenciales
para sobrevivir.
El siguiente nivel de necesidades
son las afectivas. Necesitas sentirte reconocido, querido, atendido, mimado.
Necesitas sentir seguridad, compañerismo, solidaridad y empatía hacia ti.
Necesitas sentirte acogido y respetado en tu persona, tal y como eres.
Si tienes la fortuna de cubrir
este tipo de necesidades, te sentirás bien, sentirás alegría. La alegría
es un sentimiento mucho más duradero que
el placer. Puede tener fecha de caducidad si ves amenazadas tus necesidades
afectivas, pero sus posos son mucho más permanentes que los del placer a quien
el viento se lo lleva tan rápido como vino.
Cuando tus necesidades afectivas
no logran ser cubiertas, lo que aparece en tu interior es la tristeza.
La tristeza es como un nubarrón
oscuro sobre tu corazón que va minando tus ánimos y tu energía se va apagando.
Conoces bien lo que se siente
cuando la tristeza se instala en tu interior.
Por último, tienes necesidades
trascendentes. ¡Menuda palabra! ¿Qué significa trascendencia?
Simplemente es “ir más allá”. Trascender
es ir más allá de lo que puede captarse con los sentidos, es ir más allá de las apariencias, es ir más
allá de la superficie. Trascender es profundizar.
Probablemente, de los tres
niveles de necesidad, sea en el que menos preparado y entrenado te sientes para
cubrirlo.
Tus instintos son la herramienta
que te lleva a buscar y encontrar cómo cubrir tus necesidades primarias de
forma prácticamente inconsciente.
La vida en sociedad te facilita
cubrir tus necesidades afectivas, te mueves en medio del mundo estableciendo
una red de relaciones de distintos tipos y lo haces con mayor o menor acierto
según las ocasiones pero de forma natural.
Pero, ¿qué pasa con las
necesidades trascendentes?
Lo que pasa es que para cubrir
estas necesidades debes ser un agente activo.
Sí tienes impreso en tu interior
el deseo de entender la realidad que te rodea y también el anhelo de infinito,
de encontrar algo que no se acabe, que no sea pasajero y efímero.
La pregunta que tienes que
hacerte es la de si estás acallando ese anhelo porque cubrirlo supone un
esfuerzo extraordinario, es decir, un esfuerzo más allá de lo que
ordinariamente te sale hacer de manera natural.
Antes de seguir dando la espalda
a estas necesidades trascendentes, a partir de ahora ten en cuenta algo importante
y es lo que sucede cuando las cubres.
Si logras cubrir tus necesidades
trascendentes lo que alcanzas es la felicidad. ¿Así de simple? Sí, así de
simple. Pero sí, así de complejo, a la vez, porque lograrlo es complicado.
La felicidad tiene vocación de
permanencia, no es fugaz como el placer, ni tiene fecha de caducidad como la
alegría.
La felicidad es sentirte lleno,
es decir, sentir que no te falta nada.
Por lo tanto ¿Qué sucede cuando
estas necesidades trascendentes no quedan cubiertas?
Sucede que aparece lo contrario a
la felicidad y eso es el vacío. El vacío es la sensación más fea y terrible que
he experimentado en mi vida. El vacío es la nada. Y la nada es tan insoportable
que puede llevarte a una huída de ella sin freno que te lleve incluso a
terminar destruyéndote a ti mismo.
¿Cómo lograr cubrir tus
necesidades trascendentes?
Reconozco que en eso, quienes
creemos en un ser superior que nos ha creado a su imagen y semejanza y que nos
ama por encima de todo, tenemos una gran ventaja. La creencia en Dios nos da
respuesta a tus preguntas por el sentido de tu vida y justamente eso, es cubrir
tus necesidades trascendentes.
Entonces, cuando hay dolor, ¿es
posible ser feliz?
Sí, es posible, es posible si
encuentras el sentido de ese dolor que estás viviendo, es decir, si sabes que
ese dolor no es estéril, que está dando y dará frutos. Por tanto, cuando tu
necesidad de trascendencia está cubierta.
No es fácil dar sentido al dolor,
descubrir y reconocer sus frutos. Para eso es imprescindible hacer un proceso
de duelo que lleva su tiempo y mucho trabajo interior. Sobre ese proceso será
lo próximo de lo que te hablaré.
Hoy quédate con un ejemplo sobre
cómo es posible ser feliz en medio del dolor: un parto. En mis partos fui feliz
en medio del intenso dolor físico, no tiene ningún mérito, los frutos de un
parto se conocen y se recogen en pocas horas. Por eso es sencillo ser feliz en
medio de ese dolor.
¿Qué pasa cuando los frutos no se
conocen bien e incluso se duda sobre si existirán?
Los cristianos también tenemos
una gran ventaja en eso. Nuestra fe en Cristo, Dios que se hace hombre, que
vive el dolor como hombre y que dio su vida por nosotros, es nuestra esperanza.
Esperanza de que no estamos solos
ante esa batalla, ante ese dolor.
Esperanza de que el dolor y la
muerte no tienen la última palabra, porque después de todo eso, viene la
victoria de la resurrección.
Graba en tu corazón estas
palabras que el mismo Jesús dijo antes de su pasión y tenlas presentes como
bálsamo que dota de esperanza y de fortaleza en medio de la lucha
“Ánimo, yo he vencido al mundo”
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