INFOGRAFÍA NACIMIENTO E INFANCIA DE JESÚS





 

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DIARIO: UNO DE TANTOS POSITIVOS (13 Y FINAL)

 Día 13 y final del diario






El bichito este ha decidido que en casa sigamos empatados y en paridad, Iván ha vuelto a tener PCR positivo y con Clara ya son dos, ante mi marido (que aguanta como un campeón) y yo que ya me he "negativizado" (nunca creí en la bondad de esa palabra y ahora me parece fabulosa).

Así que seguimos caminando con serenidad y abandono en el Señor. Buen humor y mucha creatividad. Cuidando unos de otros. Aprendiendo, buscando bajo las bendiciones disfrazadas y sobre todo, CONFIANDO.


Ángeles y duendes cuidando de nosotros

(me encanta cada vez que Evelio -sacerdote misionero Trinitario- nos habla de ellos)


A las seis de la mañana de mi primera noche de hospital, entró todo un equipo de sanitarios en mi habitación 17, celadores, auxiliares de enfermería y enfermera junto con una cama. En ella venía Araceli, mi primera compañera de las tres que tuve durante esos 5 días.

Agitada por el susto de la entrada repentina en mi cuarto el trato de la enfermera a Araceli me conmovió muchísimo, le hablaba con voz potente pero sin perder ni un ápice de ternura, así se aseguraba que Araceli le escuchara bien. 

Vi que quería comprobar que Araceli estaba lo suficientemente consciente y centrada. Le preguntó su nombre, si tenía hijos, si sabía donde estaba... todo mientras hacía su labor con una coordinación fascinante dentro de su equipo de protección. 

Después de atender entre todos a Araceli nos dejaron solas, no hablé con Araceli, se le notaba cansada. Ambas nos quedamos dormidas. 
Sabía que en ese encuentro me correspondía a mí tomar la iniciativa pero por la mañana vería cómo gestionar mi inmensa timidez.

El día siguiente Araceli solo parecía estar despierta cuando le daban de comer, recibía medicación o le hacían alguna prueba. Empezar a hablar con ella fue un proceso lento pero muy natural, mi timidez fue vencida por los sentimientos que la docilidad de Araceli me generaba. 

Desde que llegó supe que tenía 10 hijos, contó que uno había fallecido recientemente. Esa maternidad me abrió el corazón y la imaginación. Percibía en Araceli a una mujer firme y fuerte, una mujer luchadora. Cuando venían a darle la comida y hablaban con ella yo les informaba con admiración de que tenía 10 hijos y eso le servía para que Araceli se animara a seguir hablando y seguramente a sentirse atendida no solo en lo físico sino también en lo profundo.

Después de comer volvía a quedarse dormida. Por la tarde llegó Teodora y Araceli no mostró en ningún momento ningún tipo de malestar ni queja en las tres horas siguientes durante las cuales Teodora no dejó de hablar descentrada como estaba. 

Araceli estaba entre Teodora y yo y alguna vez la desperté asustada cuando trataba de hablar a Teodora para calmarla. Y después, Araceli seguía su sueño.

La noche prometía con Teodora pero nos sorprendió con un sueño profundo y el coro a dos voces de algún ronquido que otro de ambas (igual también hubo alguno mío pero... de eso no puedo ser testigo).

Al día siguiente Araceli mostró una notable mejoría, estuvo prácticamente despierta todo el tiempo. Así que pudo contarme muchas de aquellos a quienes más quería, su familia. Decía con mucho orgullo que había dado una educación a todos sus hijos. 
Le daba pena no haber podido estar más tiempo con uno de ellos que había venido de otra ciudad estos días por haber tenido que ingresar ella.
No sabía contar la cantidad de nietos que tenía y me dijo que ya era bisabuela. 
Insistía en que esto del coronavirus nos había puesto en una situación peor que la que hubo durante la guerra civil porque durante la guerra te podías juntar con los tuyos y ahora no. De hecho lamentaba no haber podido ir ni siquiera a la tumba de su hijo aún por las restricciones para entrar en el cementerio.

Y en su tono y en sus explicaciones, nunca noté reproches ni protestas, había una serenidad que me tenía atrapada. 

Desde que llegó no dejaba de pensar en sus hijos y el resto de su familia. Deseaba conocer algún teléfono para haberles podido hacer una videollamada con su madre, pero Araceli no recordaba los números. 
Mi cabeza no dejaba de pensar en cómo desearían estar en mi lugar, allí, al lado de ella. Pero sin embargo ellos no podían... y yo sí. Ese era mi privilegio, un privilegio no buscado, pero un privilegio.

Reflexioné mucho sobre la situación de tantos enfermos que viven su ingreso sin poder tener la compañía de ninguno de sus seres queridos, y pensé mucho en lo duro que debía de ser para los familiares no poder estar ahí, al lado, viendo y viviendo esas horas con ellos.

Desde que empezó todo esto lo he pensado y ahora me reafirmo, lo más cruel de esta enfermedad es la soledad a la que deja abocada a quien la padece, más aún si son mayores y no disponen de un móvil que les acerque a sus seres queridos.

Teodora insistía en que estaba tardando mucho su familia en regresar y se preguntaba en qué se estaban entreteniendo. Pero fue capaz de darse cuenta de que a mí tampoco me venía nadie a ver y creo que eso le aliviaba. Muchas veces le repetí que no podían y eso era bueno porque así les cuidábamos y protegíamos, pero le repetía que seguro que estaban informados y pendientes, y con muchas ganas de volver a verla.

¿Cómo se puede cuidar el alma a la vez que cuidan tu cuerpo cuando estás ingresado e indefenso? De ahí la gran labor de todos los sanitarios, pero es materialmente imposible que lleguen a poder dar todo lo que necesitan en este sentido a los enfermos ingresados.

Araceli ya no pasó una segunda noche con nosotras, le trasladaron a otra planta. Me llenó de ternura y de melancolía ver cómo cuando le dijeron que le cambiaban de planta expresó su pena por nuestra separación, y aún así, continuó siendo dócil.

La última vez que la vi fue cuando se la llevaron en su cama y ya casi en la puerta levantó su mano por encima de la cabeza exclamando con el tono de voz más potente que había tenido en todo ese tiempo: "¡Adiós, compañera!"

Le pedí que se pusiera buena pronto... y se la llevaron.

Aquella enfermera que la atendió al llegar era Almu, como ya he contado en otra ocasión, ella me presentó a Araceli y ella me dio la noticia hace dos días de su partida a la Casa del Padre. Nadie mejor que ella para contármelo.

Después de saberlo me costó quedarme dormida, en mi mente empezaron a visualizarse los detalles más mínimos de mi breve estancia con Araceli. Y di gracias por el privilegio de haber estado con ella en su últimos días aquí en la tierra porque seguro que a sus hijos y a sus nietos les habría encantado estar en mi lugar.

Ahora Araceli ya está con su marido y con su hijo, sin necesitar ir a verlo al cementerio.
Ahora Araceli está entre los ángeles y los duendes que velan nuestro descanso.


A quien lea esto, le hago una propuesta y es la de rendir un minuto de oración, meditación, silencio... aquello con lo que se sienta más identificado, por todos aquellos que se han ido sin poder pasar de este mundo al otro sin la compañía de sus seres queridos.

¡Adiós, compañera! 


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DIARIO: UNO DE TANTOS (12)

 Día 12


Tarjeta roja


Empieza el día con entrada brusca en mi habitación... ¡pero si ya no estoy en el hospital!
Aturdida veo a mi marido en la puerta, sin mascarilla y al teléfono. "¡Clara es postivo!" - Exclamo a pesar del sueño, mientras mi marido sigue hablando por teléfono me asiente con la cabeza. 
"Y tú eres negativo" - responde. Lo cual ya lo había adivinado al verle entrar en mi cuarto sin mascarilla.

Aún medio dormida mi mente va más rápido que yo, empiezo a reorganizar mi estructura mental para pensar en los cambios. 
Las fichas del tablero de juego se han movido y hay que volver a pensar bien la nueva jugada. Vamos, que le he sacado la tarjeta roja a este bichito tan incordión y se ha ido de mi cuerpo, pero no de mi familia aún. 

Aún con mi disnea (fatiga al respirar) ahora debo ser yo la que se encargue de acompañar a Iván a hacerse su PCR porque mi pobre marido, negativo otra vez, vuelve a estar confinado por ser contacto directo de Clara. Mientras que a mí me acaban de conceder la "libertad". 

Nos abrazamos con cautela, no quiero que él se contagie ahora.
Después llevo a Iván a su PCR y en mi cabeza voy encajando piezas de este nuevo problema de variables que nos han puesto en el examen.

En tres semanas tres PCR... ¡una delicia! Similar a mi "momento preferido" del día, la heparina (pero eso merecía un capítulo a parte)

Recojo volante para nueva radiografía y regresamos a casa. Antes de salir a mi radiografía me espera el momento más especial del día cuando mi marido me dice que sea yo quien despierte a Clara y le dé la noticia.

Clara, mi pequeña-gran Clara. Cuando me ha visto sentada sobre su cama, dándole un beso en la mejilla, ha abierto los ojos de golpe, tenía tanto asombro y desconcierto como felicidad en su mirada. Ha murmurado: ¡Pero mamá! y le he respondido que ya podía, ya era negativo y que gracias a haberlo pasado ahora podía cuidar de ella que era positivo. Se ha incorporado y me ha abrazado con tanta firmeza con sus pequeños bracitos a los que tanto he añorado, que no quería que terminara nunca ese momento.

Y después, se ha echado a llorar. Cuando ha podido hablar me ha explicado que era de alegría por poder abrazarnos por fin. Y que esa alegría tiene más peso que la mala noticia de ser ahora positivo.
¡Tan grande mi pequeña!

Estos días mi marido y ella a penas han convivido y cuando han pasado algún rato juntos haciendo alguna actividad, siempre han cuidado usar mascarilla. Pero ahora le toca aislarse más a ella. El día no ha ido mal pero a media tarde, cuando siente que la noche va a acechar en unas horas, ha empezado a tener dificultad para respirar. 
Y mi primer día oficialmente "negativo" ha terminado en el hospital. La experiencia me dictaba que más valía prevenir así que allí hemos ido las dos. Preparadas para quedarnos y yo he salido aliviada por regresar a casa sabiendo que todo está bajo control.

Nueva experiencia en el hospital, nuevos encuentros con sanitarios, esta vez de pediatría. Alegra ver poco movimiento de niños por allí. La acogida ha sido tan rápida como excepcional. Puertas abiertas, historial ya conocido, cercanía, buen ánimo y humor, mucha serenidad para Clara y... aún más para mí.
¡Gracias infinitas, Asun, por hacer siempre el camino tan fácil! Gracias a Jorge que le ha tocado atender alguno de mis hijos una vez más y siempre lo hace con la delicadeza y trato formidable a los peques. Gracias a enfermeros pendientes cada poco, a celadores que le han enseñado lo chuli que es ir en silla de ruedas a hacerse una "foto" de los pulmones, auxiliares, radióloga que le ha enseñado cómo ha quedado su "foto" después de sacarla... siempre GRACIAS. 
Mensaje final de una sanitaria encantadora antes de darnos el informe de alta: "Ya puedes contar a tus amigos que tú sabes de qué va esto (con aire de sabiduría) y aprovechas a decirles que tienen que cuidarse mucho, muchísimo".

Y de premio antes de irnos, un dibu super chulo de este "virus" que nos ha puesto el mundo del revés en la pulsera de paciente de Clara a manos de Teresa, Capitana Optimista 2018 de los Premios Hospital Optimista ¡Cómo le ha gustado a Clara ese "pequeño regalo". Iba por la calle de regreso a casa sintiendo que tenía super poderes gracias a su pulsera "tuneada".

En estos momentos en los que te sientes tan vulnerable, recibir una atención así es simplemente.... MÁGICO.

Al fin descansa más serena después de una de nuestras charlas nocturnas que hemos echado de menos tanto como nuestra oración de buenas noches y su señal de la cruz en mi frente.

Y yo ahora, especialmente cansada pero sosegada, susurro en mi interior "El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres" (Salmo 125)

¿Mañana? Pues mañana será otro nuevo día con muchas bendiciones, algunas disfrazadas, pero bendiciones al fin y al cabo.


Tenía decidido finalizar mi DIARIO: UNO DE TANTOS POSITIVOS cuando dejara de ser positivo, y ya ha llegado ese momento. Pero no quiero hacerlo sin rendir un homenaje a mi querida compañera Araceli y a quienes, como ella, ya descansan entre los ángeles y duendes, en la casa del Padre a causa de esta pandemia.

Pero eso ya será mañana... si Dios quiere.

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DIARIO: UNO DE TANTOS (11)

 Día 11






"Apartar la mirada o sostenerla, en eso se nos juega el camino"

Hoy estoy especialmente cansada. 
Esta mañana fui temprano al centro de salud para repetir mi PCR. 

Tratas de poner la distancia con otras muchas personas que están también esperando a la misma prueba.
Allí se percibe un ambiente tenso, de preocupación, incertidumbres, miedo.

Me invaden las ganas de conocer y compartir. Y si es posible, de sanar lo poquito que esté en mis manos. Sostengo la mirada en ellos.
Jesús sanaba a las personas amándolas allí donde estaban. Ruego porque Él las sane.

Mi marido y mi hija han llegado un poco más tarde que yo para hacerse también la prueba hoy. 
De entre todos los momentos, este ha sido el más difícil para contenerme y no darles un abrazo allí mismo, en la calle.

Mañana tendremos resultados, y habrá que esperar al miércoles a saber los de mi hijo que irá a repetir su prueba mañana.  Según estos resultados podremos volver a reorganizar nuestra casa y nuestra vida.
"Toda nuestra ciencia conseguir en Saber Esperar" decía San Rafael Arnaiz. Y aquí estamos, practicando esa ciencia en unas circunstancias excepcionales para hacerlo.


Al llegar a casa me ha invadido el cansancio. Aún persiste junto con la fatiga al respirar si hago esfuerzo y una leve presión en el pecho desde el viernes.

El ejercicio de abandono en el Señor se potencia. Los ánimos están serenos ante nuevas bendiciones disfrazadas.

Hay miedo, sí, pero también hay confianza en que juntos seguiremos afrontando lo que venga.


En estos días sigo avanzando, muy lentamente he de reconocer, en la lectura de un libro y de la nueva Encíclica del Papa Francisco "Fratelli Tutti"
¡Qué oportuna carta la de Francisco! 

De mi libro me voy quedando con muchas frases muy clarificadoras y hoy, por mi cansancio, voy a terminar ya dejando una cuestión para la reflexión abierta: 

"¿Por qué nos costará tanto dejar SER al otro?" 

¿Por qué tanto interés en que los demás sean como a nosotros nos parece que deben ser?



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DIARIO: UNO DE TANTOS (10)

 Día 10



Nadie se salva solo (Papa Francisco)

Domingo: Dominios - día del Señor

Segundo domingo desde el positivo.

Día para descansar, supongo que por eso hoy he sentido más la necesidad de descanso.

Las noticias de las nuevas medidas tomadas en el exterior a mi aislamiento invitan a la tristeza y a la preocupación por tantas vidas afectadas directa o indirectamente por la enfermedad.

La realidad es terca en empeñarse en decirnos que estamos todos en la misma barca y que "nadie se salva solo".

¿Cuándo terminaremos de convencernos?


Es cierto que con el Covid no puedes confiarte, notar mejoría es un signo de esperanza que debe darnos impulso, pero hay que estar alertas a los frenazos o retrocesos. Los síntomas son como un perfil de una etapa de montaña, subes y bajas.

Lo importante es no desesperar y observar por si hubiera que tomar decisiones.


Antes de mi positivo, el Covid era una enfermedad cuyos síntomas me tenían desconcertada. En unos sitios de escuchan unos, en otros se leen otros, se parecen a los de la gripe y el catarro común, uno está muy despistado antes un posible contagio.

¿Y después del positivo? Pues parecido, aunque la experiencia ayuda a verlo un poco menos confuso.


En el hospital me decían que es una enfermedad absolutamente desconcertante porque según la persona, afecta de modos totalmente diferentes. Yo les decía que debían de estar volviéndose locos. Será como estar en un tiroteo sin llegar a descubrir por dónde llegan las balas.


Y así es, hay mucho por estudiar y aprender de esta enfermedad que llegó hace siete meses y ha puesto todo patas arriba.

¿Qué síntomas me han tocado a mí en la lotería del Covid? Pues unos muy juguetones, es como si se estuvieran pasando la pelota unos a otros mientras se reían de que yo no podía pillarla.

Empecé con sensación de cansancio y apatía, al poco llegó la congestión nasal con lo cual el virus me convenció de que se trataba de un catarro.

Al día siguiente llegó el mal cuerpo, ese que se te queda cuando una apisonadora te pasa por encima. Sigues tirando con tus tareas, claro, solo se trata de un catarro, y pasas el día del Pilar bailando jotas aragonesas entre "ayes", "uyes" y el tan socorrido: "¡Qué malita estoy y qué poco me quejo!" (Un abrazo grande a los amigos maños a los que tanto quiero)

Y el malestar general no vino solo, claro, tenía como amigo al dolor de cabeza, uno extraño, localizado en la parte de atrás del ojo derecho, ¿por qué el derecho? 🤷🏻‍♀️ ¡Vete tú a saber!

Al día siguiente mejoría, de nuevo mocos pero no muchos y malestar general casi inexistente, que dices tú que es gracias al parancetamol, ¡menuda trampa! Por la tarde estás para cogerte con pinzas. No pasas buena noche pero al despertar tiras adelante con las obligaciones cotidianas a pesar de que no das un duro por tu vida. 

Descubres algo sospechoso, ha llegado un picor de garganta diferente, especial y le empiezan a acompañar sudores fríos, vamos, que en 5 minutos la ropa que te has puesto para ir a trabajar está como recién salida de la lavadora.

Las indecisión sobre qué hacer en ese punto es enorme. Te tira la responsabilidad pero el cuerpo no te deja y finalmente gana la batalla tu cuerpo, que está en plena batalla. 

Al regresar del médico, más dolor de cabeza. ¡Claro! La experiencia primera con el palito entrando por tu nariz, no por un agujero, sino por los dos, para que no tenga envidia uno del otro, llegando a tocar hasta el último de tus pensamientos, no ayuda al dolor de cabeza.

Como tu cuerpo es un trapillo y hay que esperar resultados, los esperas metida en la cama. 

Al día siguiente el picor de garganta se hace muy desagradable, como si hubiera granos de arena esparcidos dentro de la mucosa del paladar y la lengua y de pronto....¡Horror! Te das cuenta de que has perdido el olfato. ¿Por qué me tapé la cara con la mano y exclamé en alto "¡Oh, no!" cuando metí las narices en un tarro de crema y no olía a nada? Porque ya tuve mi respuesta antes de recibir el informe de la prueba PCR. 

Parece que lo de la pérdida del gusto y del olfato es seña distintiva de este bicho.

Ahí fue cuando tuve que empezar a dominar  a "la loca de la casa". Hasta qué dos horas después se confirmó el positivo con mi informe de la prueba PCR. 

La garganta ha molestado varios días, nunca ha llegado la fiebre y la tos ha sido de forma esporádica (curioso). A los dos días notaba de forma intermitente una especie de ardor leve en el pecho y algo raro al respirar y al tercer día de saber mi positivo ya sin ardor, comencé a notar que la sutil dificultad para respirar no desaparecía. Esa persistencia fue la que me llevó al hospital. 

Hoy, 9 días después del ingreso, el cuerpo ya no es un trapo, el dolor de cabeza aparece y desaparece, en algún momento decide entrar en escena la molestia detrás del ojo derecho, y la sensación al respirar no está aún normalizada. A veces está acompañada de presión en el pecho.


A pesar de todo, vivo cada momento, no me urge acabar, acepto que será cuando deba ser. Gracias a todas estas experiencias puedo ponerme mejor en la piel de nuestros hermanos que lo están viviendo o que lo empezarán a vivir.


Pero sí tengo unas ganas inmensas de abrazar a mi hija durante unas cuatro o cinco horas seguidas, sobre todo cuando la veo a distancia en el pasillo y me mira con esos ojillos brillantes sobre su mascarilla y exclama: ¡Mami!

También deseo con fuerza poderme acurrucar en el regazo de mi marido porque es mi lugar en el mundo.


Pero me lleno con las visitas de mi hijo Iván a la habitación y sus abrazos largos y diferentes porque ha dejado de ser un niño y va pasando mi altura.

Efectivamente, NADIE SE SALVA SOLO.

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DIARIO: UNO DE TANTOS (9)

 Día 9




"Bendiciones disfrazadas"

Anoche vimos "juntos" mi marido y yo una película. ¡No, no rompimos mi aislamiento! Una vez elegida la película le dimos al botón de inicio a la vez y si alguno necesitaba parar dábamos a la pausa los dos a la vez, mientras, comentábamos alguna escena por whatsapp. Estuvo muy bien, fue una forma de dar "normalidad" a nuestra noche del viernes y sobre todo, tuvimos la experiencia de poder acortar distancias después de un día un poco más bajo de energía y con la preocupación de que ni él ni mi hija lleguen a contagiarse.
Él se encarga de todas las tareas domésticas y eso incluye preparar comida y dejarla en nuestras puertas para después pasar a recoger nuestros platos vacíos y dejar todo impecable.
Desinfectar todo en casa constantemente. Estar pendiente de acercarnos cualquier cosa que necesitemos y hacerlo siguiendo todos los protocolos establecidos.
¿Quién sabe si un día nos riamos de alguna de las cosas que hacíamos porque se descubra que era innecesaria? Pero mientras no lo sepamos, lo más sensato es cumplir con todo lo que se nos indica.

Hoy he recibido tareas de mis alumnos y les he enviado las nuevas para la próxima semana.
La verdad es que todo lo que aprendimos en el último trimestre del curso pasado durante el confinamiento está siendo esencial para que ellos no pierdan el ritmo a pesar de mi situación.

Las herramientas de las que disponemos son mi ventana al mundo, como dije el primer día, y son una bendición evidente.

Pero no solo existen bendiciones evidentes, también existen "BENDICIONES DISFRAZADAS", son sencillamente "el Misterio de la Cruz".

Los creyentes en Cristo creemos (confiamos) en que la Cruz no tuvo la última palabra sino que después vino la victoria de la Resurrección. Lo mismo sucede con las pequeñas.... o no tan pequeñas, cruces del día a día, confiamos en que tras ellas estará la victoria de la resurrección porque tras ellas vendrán los frutos.

Y las diferentes experiencias en la vida me han demostrado que esa confianza no defrauda nunca, siempre hay frutos tras una cruz. Es decir, que las cruces son "bendiciones disfrazadas".

Pues bien, tras 14 días enferma, 8 sabiendo que es por Covid de los cuales 5 he estado ingresada, no dejo de descubrir los frutos de esta "Bendición disfrazada" de haberme contagiado de Covid. 
¡No, no penséis que soy una masoquista! Evidentemente prefería no haberme contagiado ni haber estado ingresada. Pero una vez que ha llegado esta cruz....¡Cuántos frutos recibo de ella!:

- He podido ser testigo de la labor de nuestros sanitarios, de la realidad que viven día a día en una planta covid, eso me ayuda a imaginar mejor lo que deben de estar viviendo en las UCI, a conocer su profesionalidad, su capacidad de sobreponerse por encima de sus cansancios físicos y mentales para ofrecer al enfermo su cuidado cariñoso y su ternura, su capacidad de empatía y cómo ellos nos dan la lección de poner a la persona en el centro.

- Mi corazón desborda de agradecimiento ante la respuesta de tantas y tantas personas, hoy es el primer día que mi móvil ha dado algo de tregua pero habitualmente ha "echado humo", muchos me dicen que no quieren molestar cuando escriben pero en realidad cuando lo hacen están dando soplos de aire fresco a mis pulmones tocados.

- Está siendo una ocasión para volver a contactar con antiguos alumnos y sus familias y es una auténtica delicia.

- En casa estamos aprendiendo a coordinarnos, a ser más equipo aún, a unirnos al otro lado de la puerta.

- Me inundan las oraciones de la gente y me siento arropada y bendecida con tan maravillosos regalos. ¡Nunca mejor acompañada!

- Estoy descubriendo la grandeza de corazones de algunas personas que estaban presentes en mi vida cotidiana pero pasábamos como de puntillas cada uno por su lado.

- Podré hablar con conocimiento de causa sobre la enfermedad cuando mis alumnos me bombardeen con su curiosidad.

- Estoy viviendo la enfermedad a la vez que mi amiga fiel, Rosa, y el confinamiento de mi querida Aurora. Son vivencias que nos unen aún más de una forma "mágica".

- Recibo cada día la solidaridad y el cariño de mis compañeros de trabajo y eso hará que la vuelta sea especial y que el ambiente se esté enriqueciendo.

- Soy receptora de la generosidad altruista de tantas personas que están volcadas en ayudarnos.

Por estos motivos y otros muchos puedo afirmar que mi covid es una "bendición disfrazada".


Gracias a percibir tantos frutos puedo "Amar lo que es",  es decir, amar la realidad que es ahora. Acepto lo que vivo en cada momento y no con la urgencia de que todo pase cuanto antes aunque es el deseo que recibo en muchos mensajes y entiendo porqué. 

Deseamos que las cruces pasen pronto. Sin embargo en estos momentos he recibido la gracia de la serenidad de vivir bajo esta premisa "A cada día le basta su afán" (Mt 5, 34) porque cada día también está trayendo sus propias bendiciones.  


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DIARIO: UNO DE TANTOS (8)

 Día 8



Los otros

"Todo lo que somos y tenemos es para ofrecerlo... La experiencia de Dios lleva a entregarse, porque Dios mismo se entrega" (Javier Melloni. Texto sacado del libro "Ungidas" M.L. Villanueva)

Estas palabras han sido hoy la Flecha Amarilla en el Camino que estoy realizando estos días ante la disyuntiva de seguir o no escribiendo y publicando.
Pero resulta que lo que soy ahora es el covid en mi cuerpo y la oportunidad que supone para seguir aprendiendo a VIVIR. Eso es lo soy y lo que debo ofrecer ahora. Y aquí estoy. Porque "no se enciende una lámpara para ponerla en un lugar escondido" (Mt. 5,15)

Llevaba días queriendo hacer una reflexión sobre "los otros", los que están fuera de este universo físico que ha quedado tan reducido para mí.

Los otros son nuestra familias, confinadas perimetralmente no han podido acercarse a la ciudad a ayudarnos con la logística básica de la que hablaba ayer. Tampoco la familia que vive 700 km de aquí, en Málaga, porque es inviable que se puedan acercar.
Pero esas circunstancias no han impedido ni impiden que estén plenamente presentes en cada momento. ESTÁN, así de sencillo y de grandioso. Están pendientes a cada momento, están mandando toda la fuerza y el cariño con sus mensajes y llamadas, están rezando y enviando mucha luz y mucha serenidad a pesar de su inquietud y preocupación no pequeña, porque en la distancia las cosas se magnifican más fácilmente, el espacio para la imaginación es mayor. Su amor nos llega, nos arropa y descansamos en él.

¡GRACIAS, FAMILIA, OS QUEREMOS!

Los otros son la otra familia, la de los amigos que no dejan de preguntar si necesitamos algo, de apoyar, de estar pendientes cada día por nuestra evolución. Aquellos que te ofrecen su hombro si llega un momento de bajón o de tensión o te dan pautas e indicaciones para resolver dudas en la gestión de todo nuestro mundo puesto del revés. Te hacen reír, te llenan de luz.

¡GRACIAS, AMIGOS, OS QUEREMOS!

 Los otros son las personas menos allegadas pero que ante esta situación se vuelcan contigo y no dejan de preguntar cada día puntualmente, y se hacen presente con una foto de un paisaje, un mensaje de esperanza y de motivación, los ánimos, los abrazos en la distancia, un montón de emojis....

¡Cuántas sorpresas te da la vida en momentos como este! ¡Cuánto cariño recibes de las personas que menos esperabas!

¡GRACIAS A TODOS VOSOTROS, OS QUIERO!


En estas circunstancias en las que estamos todos en el mismo barco, duele mucho ver remar en direcciones opuestas, duele ver las trabas que nos ponemos unos a otros y duele observar ese "sálvese quien pueda" en tantas ocasiones. Duele mucho escuchar el testimonio de algunos sanitarios a los que en sus sitios de residencia viven el rechazo por ser "posibles contagiadores" Duele tanto desamor.

Por eso esta enfermedad de la que tanto he hablado desde marzo y no era capaz de imaginar cuándo me iba a tocar pero que ha llegado a mí en este momento, está siendo una oportunidad para sanar el dolor y la desilusión que sentía antes de ser positivo ante tanto egoísmo e inhumanidad. Y todo ello gracias al tanto apoyo como recibo, a tanta empatía, a tanta cercanía en la distancia.

Me conmueve vivir y experimentar la grandeza de la que es capaz la humanidad. Por todo esto siento una ESPERANZA tan preciosa como necesaria para seguir caminando en estas circunstancias que nos ha tocado vivir.


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DIARIO: UNO DE TANTOS (7)

 Día 7


Amor al otro lado de una puerta


Regresar a casa es regresar a esos "pequeños placeres" de la cotidianidad que no solemos disfrutar: una ducha, lavarte el pelo, un colchón que no resuda, tu almohada blandita, abrir la ventana a tu gusto, que nadie entre de forma abrupta en tu cuarto, escuchar la voz de tu marido, de tu hija en el pasillo o en la habitación de al lado, los abrazos de tu hijo... incluso las "negociaciones" adolescentes con él fruto del camino de la educación. ¡Bendito sea todo ello!


Luego están los "pequeños regalos" de "los de fuera", que en realidad los siento como inmensos, colaborando con nuestra logística doméstica confinada . Mi salvadora que me acercó las cuatro cosillas de aseo y muda limpia hasta el hospital: Asun.  Los responsables de nuestra "tele farmacia": Felipe, Fernando, Helena y  Alicia. Nuestras proveedoras de fruta: Aurora y Elena. Mi secretaria de las bajas: Marta... 


La impotencia de poder resolver ciertos asuntos en este confinamiento familiar desaparece sin la generosidad de quienes se han ofrecido desde el primer momento "para lo que haga falta". ¡¡¡GRACIAS, AMIGOS!!!


Nuestra familia está fuera, o en confinamiento "perimetral" o a demasiados kilómetros, pero la otra familia, la de los amigos, evitan que sintamos el desamparo. ¡Qué gran fortuna la nuestra!



Luego está la logística interna, en este partido en el que estamos empatados dos a dos en las PCR pero sin la seguridad absoluta de que los negativos sean auténticos, la gestión de la vida familiar requiere conocer los principios esenciales de los protocolos Covid, mente creativa y mucho humor.


Gracias a toda la información recibida, más mi trabajo en el instituto, más mi estancia en el hospital, los protocolos los tenemos controlados.


En humor nadie gana a mi marido, a mi malagueño saleroso. Podrá equivocarse al bajar a la basura la bolsa con mi ropa para lavar, pero luego lo resuelve, se ríe de sí mismo y lo cuenta como nadie. 


En creatividad anda tan servido como en humor. Y la concienciación de los niños con todo esto es fantástica (bueno, a Iván le cuesta un poquito más concentrarse pero si no, no sería nuestro Iván).



Iván y yo vivimos aislados en nuestras habitaciones respectivas y compartimos el mismo baño. Mi marido y Clara acceden al resto de la casa pero con muchos cuidados y precauciones, más cuando están juntos por si acaso alguno de los dos ha dado un falso negativo.


Yo puedo abrazar a Iván y Enrique puede abrazar a Clara, ¡qué suerte estar repartidos y que ninguno se quede sin abrazo!... ¡un día volveremos a abrazarnos los cuatro a la vez!



Y así es como vivo el AMOR AL OTRO LADO DE LA PUERTA. Es una experiencia muy curiosa, pero no por ello deja de ser preciosa, una historia más de amor en nuestra vida.



Porque al otro lado de la puerta hay dibujos y composiciones de mi hija donde me recuerda que tenemos un montón de ángeles cuidándonos, hay video llamadas, hay golpecitos en la madera, hay mensajes susurrados, hay vídeos y fotos haciendo el chorra para hacerme reír y romper la rutina de las horas, hay una bandeja con la comida, quizá no de posee la mayor calidad culinaria, pero está hecha con todo el cariño y dedicación, hay una taza de delicioso té esperando en el suelo... en definitiva, hay mucho amor al otro lado de la puerta.



Valoro, admiro y me conmueve la gestión que lleva adelante mi marido, responsable de todo en estos momentos. Pero me enamora aún más cada pequeño regalo nacido de su deseo por cuidarme y porque todos estemos bien.



GRACIAS POR NO SOLTAR MI MANO, AL OTRO LADO DE LA PUERTA, AMOR.





(No dejo de acordarme de Teodora ni de mis sanitarios de la Décima Norte del Hospital Clínico Universitario de Valladolid)

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DIARIO: UNO DE TANTOS (6)

 Día 6




"HOGAR, DULCE HOGAR"

Anoche tuve el gran regalo de recibir la visita en la habitación de Almu, una de las enfermeras de la planta Décima Norte del hospital a la que no fui capaz de reconocer por el EPI en mi primera noche. ¡Ella era quien hizo el ingreso de Araceli! y ella es cuñada de unos de mis mejores amigos.
¡Qué gustazo poder hablar las dos un ratito en la habitación! Un gran regalo para rematar el día.

La noche ha sido la primera en pasarse significativamente bien dentro de la serenidad que puede ofrecer un hospital. Estábamos solas Teodora y yo y ella se quedó dormidita rápido después de pasar la tarde despierta y sin parar de hablar.

A las 6 de la mañana me han sacado sangre para análisis y después he podido seguir durmiendo otro rato. Antes de las 9 de la mañana ha abierto la puerta una de las sanitarias y me ha dado las gracias por lo que escribo. Desde hace dos días y gracias a Almu que les ha enviado el enlace a mi blog, la planta estaba "revolucionada", no dejaba de recibir agradecimientos ni de escuchar que les había hecho llorar porque es muy bonito lo que digo de ellos pero... ¿Cómo podría escribir lo que escribo si en estos días no hubiera visto y vivido lo que ellos hacen allí? ¡La grandeza y el mérito es todo suyo!

Sorpresa en el turno de hoy de la mañana con la llegada al trabajo de Melany, antigua alumna de mi instituto. ¡Qué espectacular es verlos abrirse camino! Comprobar cómo se han ido construyendo, su profesionalidad, su tesón, su deseo de seguir superándose y creciendo.

Hoy Teodora ha estado despierta todo el día y no ha dejado de hablar... ¡Ni de moverse! ¡Qué trajín! No puedo contar las veces que me he tenido que levantar y acercar a ponerle el oxígeno que se empeñaba en quitar. La alternativa era avisar a los sanitarios que necesitan ponerse EPI para entrar (me han dicho que pueden tardar unos 10 minutos mínimo en colocarse todo) o que le volvieran a atar las manos a Teodora y eso me daba tanta pena que elegí ser hoy su cuidadora. 
Cuando me veía venir subía la mirada para encontrarse con la mía y sonreía como una niña traviesa y picarona. Siempre decía que ella no había hecho nada después me pedía perdón porque no se daba cuenta de que se había colocado el tuvo en la barbilla y otras de diadema. Y algu5na vez me se ha puesto la mar de feliz porque al fin había encontrado su collar de oro. Y cuando ya le he avisado de que podrían volver a tener que atarle las manos tras haberse quitado unas 30 veces el oxígeno, ha mirado al techo, se ha hecho la señal de la Cruz y me ha espetado: "¡Aquí ya no vuelvo más!" 
 
Me ha preguntado unas diez veces si estaba casada y siempre le respondía que sí, con un malagueño saleroso, y ella se ponía a cantar "Besar tus labios quisiera malagueña saleroso y deciiiiirte... niña hermosa".
Me ha preguntado la hora de la misa, me ha cantado canciones de misa y me ha dicho que de jovencita cantaba siempre. Sus ojos se ponían tristes y vidriosos recordando a su Jerónimo al que echa de menos desde hace tantos años. Hoy también estaba empeñada en regresar a Nicaragua, país al que fue cuando cantó misa su hermano.
Me ha pedido levantarla para ir al baño y otras tantas le explicaba que no lo necesitaba, que lo hiciera tumbada casi tantas veces como las que se ha quitado el oxígeno.
¡Cuánto me ha hecho pensar en la labor de todos aquellos que cuidan de familiares que están descentrados, que repiten lo mismo incansablemente durante todo el día, que necesitan vigilancia continua! ¡Esos cuidadores silenciosos y anónimos que tanto acompañamiento y comprensión deben de necesitar! Y a pesar del agotamiento, pienso en cuánto deben de recibir al dar esos cuidados, como yo de Teodora cuando me ha dicho que era muy buena chica creyendo que era su sobrina, o que tengo unas cejas y un cutis precioso, o me llamaba cariño.
Es como la entrega incondicional de una madre hacia sus hijos. ¡Amor auténtico!

La neumóloga vino a media mañana para decirme que la mancha en mi pulmón estaba considerablemente reducida y que podía seguir la recuperación en casa con las medicaciones oportunas y, por supuesto, volviendo al aislamiento de mi habitación. Por unos instantes me ha dado un poco de vértigo porque no deseo una recaída pero también he pensado en que el descanso en casa sería de mayor calidad. ¡Y volver a ver a mi familia!

Hasta media tarde no han estado listos los protocolos necesarios para dar de alta. Fuera vía, ropa de calle, todo recogido y... despedida de Teodora insistiendo en que se ponga buena para volver a ver a sus dos gatitos sabiendo que ella nunca se acordará de mí, pero yo sí la llevo en mi corazón.

Me han sentado en una silla de ruedas y por el pasillo iban diciendo "Que se va Nines"... Llevaba un nudo en la garganta y la incapacidad de poder transmitir mi profundo agradecimiento ni mi deseo de que se cuiden muchísimo para poder seguir haciendo su labor desde su vocación tan auténtica como entregada.

¡GRACIAS: Almu, Edu, Tamara, Jenny, Andrea, Carlos, Melany, Paqui y tu binomio de ayer, mi pelirroja, Paulis, Fernando, Mar, Encarna y tantos más cuyos nombres no he llegado a poder aprenderme! Lo que más pena me da es que cuando me cruce con vosotros por la calle, no podré reconoceros porque además de hacer una labor tan maravillosa como dura, la realizáis dentro de unos EPI (¡me voy sin llegar a ver a Blas!) que nos impiden poder identificaros fuera, en la calle. ¡INFINITAS GRACIAS por cómo nos cuidáis y por todo lo que nos enseñáis!

Salir al pasillo, recibirte otra celadora maravillosa, encontrarte en el ascensor con otro celador y un enfermo al que también le dan el alta, ganar la carrera de sillas por el pasillo de la planta baja, experimentar la celebración interior que se produce en los sanitarios con cada victoria de aquellos que se van del hospital a casa, el conductor de la ambulancia y su trato alegre porque va a devolver a sus hogares a cuatro personas más, subir a la ambulancia y encontrar a otras tres personas, dos hombres y una mujer que se van a casa y darles la enhorabuena por haberlo logrado es simplemente ESPECTACULAR! 

Mi breve estancia en la ambulancia (por la cercanía de mi casa) ha servido para poder escuchar y conocer a otros enfermos, el tiempo de hospital, el brillo de los ojos por regresar y el agradecimiento y la admiración en sus corazones por nuestros sanitarios.

Y al frenar la ambulancia, mi portal. Subí los dos pisos fatigada pero fugaz, y al llegar al pasillo vi que a lo lejos estaban mi marido con mi hija entre sus piernas, emocionados manteniendo distancias físicas imprescindibles pero nos dimos un abrazo más allá de lo físico, y vi los carteles por las puertas dándome la bienvenida y la habitación, de la que vuelvo a desterrar a mi marido, preparada. ¡Mis ojos se pusieron vidriosos de amor y agradecimiento!

Antes de poder dejar mi mochila en el suelo de la habitación, entrada de mi hijo, también positivo en Covid, y un abrazo de los dos, profundo e intenso ¡al fin en casa! 
 
¡HOGAR, DULCE HOGAR! ¡GRACIAS, SEÑOR!




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DIARIO: UNO DE TANTOS (5)

 Día 5



Hoy ha empezado el día con el baile de una enfermera y dos auxiliares de enfermería mientras medicaban y aseaban a mi nueva compañera, Castora y a Teodora. ¡Cómo ha molado!

También le han cantado la mítica canción de la familia Telerín "Vamos a la cama" 🎶

Empezar así el día tras una noche de lluvia y de interrupciones por estar pendiente de mi nueva compañera ha sido vivificador.

Después, desayuno y una buena charla con la persona que hoy ha entrado a limpiar la habitación.

Visita de otra neumóloga diferente a la que me visitó ayer, otro amor de persona y buenas noticias, estoy muy bien en todos los registros. Mi fatiguilla sigue ahí pero estoy mucho mejor de estado general. Aunque aún noto fatiguilla y molestias en la cabeza, en la zona ocular, pero más leve que ayer. ¡Y voy recuperando olfato!

Y de regalo... Una "¡foto!" Han venido dos radiólogas la mar de alegres y risueñas. ¡Qué puzzles tienen que hacer para poder pasar la máquina entre camas, sillas, palos de sueros....! Pero bromean de no necesitar ir al gimnasio ya. 
A ver si con la foto logro la "nominación" a abandonar la "casa".

Dicen que en esta segunda "ola" ya están más habituadas y saben organizar mejor su trabajo.

¿Habrá tercera ola? 

Si algo vemos claro es que el virus ha venido para quedarse, por lo menos por un tiempo y no corto.

Esta mañana he recibido noticias de varios positivos cercanos. De la primera ola solo conocí a una persona que lo pasara pero ahora estoy sintiendo el tsunami.

Y viene la pregunta del millón: "¿Donde lo has cogido?"

Algunos sanitarios, al conocer que soy profesora me dicen: "No digas más"

Pero realmente, ¿quién lo sabe? 
Yo me pregunto: ¿sirve de algo saberlo a estas alturas? 
O, por lo menos, ¿sirve de algo hacer mil cábalas en tu cabeza elucubrando dónde o cómo puede haber sido?

Las posibilidades son infinitas y elegí desde el primer momento no desgastarme en eso. Como me decía al principio del todo mi amiga Elena, estamos todos en el mismo barco. No merece la pena buscar "agentes culpables" ni tampoco lamentarse.

Sirven buscar soluciones, aprender a gestionar la situación cuando llega, que nuestros equipos de investigadores y médicos vayan descubriendo la mejor forma de atacar al virus cuando afecta a una nueva persona y que realmente todos nos concienciemos de que aquí, nos la jugamos todos a la vez.

Ha entrado un psicólogo en las habitación para ver a mis dos compañeras que han pasado por UVI pero nos ha pillado comiendo a Castora y a mí. 
Al preguntarle por su ánimo y esperanza ha dicho que ella está fenomenal porque tiene de su parte a la Virgen de Belén, patrona de su pueblo, Carrión de los Condes (Palencia)
El psicólogo de ha ido diciendo que esta habitación es la alegría de la planta. 
Pero después de comer se han llevado a Castora a otra habitación, solita para que esté más cómoda porque necesita un aporte especial de oxígeno con una máquina que llaman "de alto flujo" 🤔, y le ha dado muchísima pena. 
Antes de la comida me había mirado fija y pausadamente para decirme: "Te quiero" 
¡Buahhhhhhhh..... QUÉ REGALAZO!

¡Me siento envuelta por Dios a cada momento! Imposible no hacerlo con tantos regalos que recibo en cada oración que hacen por mí y mi familia.

Teodora lleva durmiendo casi día y medio pero después de comer ya no ha vuelto a dormir, me apena porque dormida sufre menos.

Hoy ha tenido un día bajo de moral y muy molesta por los diversos dolores de estar tanto tiempo en cama.

¡Qué bien le viene ser escuchada! Y cuánto amor recibes cuando das, porque Teodora me ha lanzado besitos, y siempre responde agradecida.
Lo que el mundo necesita es Amor.

Ayer dije que quería escribir sobre el Misterio.
Me refería a una pregunta que me hizo D. Manuel Sánchez Monge, actual obispo de Cantabria, hace unos 17 años y que me ha acompañado muchas veces a lo largo de mi vida: "¿A que cuando se está tan cerca del Misterio ya no parece tan imponente?"

Pues ahora el Misterio es el Covid. Está en mi carne y en mi sangre. Yo soy un número más en la lista de contagios y en la de ingresos por Covid. Estoy dentro del Misterio "coronavirus"
Da vértigo saber que vas a verlo desde dentro cuando conoces tu test positivo. Más cuando te acercas al hospital y entras por el recorrido Covid habilitado y ves en directo los primeros sanitarios con su EPI (lo del Epi y todo lo que supone me tiene fascinada). 
Y poco a poco, se pasa el vértigo y vas normalizando, eso no significa que tenga menor importancia ¡NO! ¡Es aún más grande de lo que creías! pero estás dentro, ya no hay espacio para la imaginación porque puedes observar, ser testigo de "casi" primera fila.

En Misterio Covid es la realidad del día a día de nuestros sanitarios.  Sus carreras por los pasillos no son solo metros y más metros. Y los contagiados dejan de ser un número y son aquellos sanitarios que te cuentan que ya lo han pasado en marzo y abril, y son Jose, Julián, Carlos, Pilar, Irene, Araceli, Teodora, Castora, Iván, Nines... y hay vidas y familias con ellas. Y las muertes ya no son solo cifras ni estadísticas por edades, las muertes son Historia, nuestra Historia. 




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DIARIO: UNO DE TANTOS (4)

 Día 4


Gracias, Yolanda, por recordarme está mañana uno de mis himnos de Laudes preferidos.

Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.

Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.

Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.

Sostén ahora mi fe,
pues, cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará. Amén.



Hoy es de esos días en los que pasan un montón de cosas a tu alrededor, (es lunes y ya me avisaron de que son días de mucho trajín por la planta), pero simplemente asistes a ellas como testigo,  bastante protagonista has sido ya los días de atrás y deben empezar a asentarse los posos de tantos acontecimientos.


Ayer a las ocho de la tarde llegó nuestra tercera compañera, Teodora. Desconozco su edad, probablemente más joven que Araceli. Ha pasado por UVI. Se la ve muy descentrada y no deja de hablar durante casi 4 horas. Su obsesión es poder ir al baño, que le corte las mangas con unas tijeras porque le molestan y que vengan ya de misa que están tardando. 
Inicialmente siento que ha venido a romper la paz y armonía de la habitación. Pero solo hay que dejar a un lado incomodidades y abrir la mente y los oídos.


Cuando vas más allá es cuando puedes empezar a VER y vas descubriendo por qué repite ciertas cosas con insistencia. No es que no sepa lo que dice realmente, lo que dice tiene siempre un motivo. Los he ido descubriendo a lo largo del día. Y al hacerlo he descubierto algo más y es la ternura de su mirada cuando alguien atiende sus constantes repeticiones y mi reverencia ante su dolor.


He de reconocer que si he logrado avanzar en ese terreno que tanto vértigo me daba es gracias al ejemplo que recibo de cada sanitario (hoy he descubierto la labor de las fisio) que entra a atenderlas. Por muy cansados o agobiados que estén hay siempre un trato impecable al enfermo. Son admirables. Se me hincha el corazón de agradecimiento ante la bondad de la que es capaz el ser humano cada vez que les veo trabajar.
Por eso cuando entran en la habitación suelo estar atenta a lo que hacen en vez de contestar mensajes o preparando alguna cosa desde el móvil, me siento anfitriona en la habitación y con ganas de poder colaborar. 


A Araceli le han hecho una prueba a la hora de comer y han decidido trasladarle de planta pero he tenido oportunidad de hablar un poco con ella de su vida y de su familia después de la merienda porque hoy ha estado más despierta. ¡Grande, Araceli! Se ha puesto muy contenta cuando le he dicho que hay gente rezando por ella.
Al irse tumbada en una camilla ha levantado las mano por encima de la cabeza y ha exclamado: "¡Adiós, compañera!" 
¡Cómo me ha emocionado!

Después de irse he estado un rato en silencio hasta que Teodora ha empezado de nuevo a agitarse así que me he puesto a hablar con ella.

Me ha contado que se quedó viuda con menos de 50 años y que se acuerda mucho de su marido.
Araceli también enviudó hace mucho. 
El amor de ambas a su marido fallecido hace tanto me habla de una fidelidad fascinante.

A Teodora le encantan los EPI, a cada persona que le atiende le dice que tiene un jersey muy bonito. Carlos, uno de los enfermeros, le ha prometido uno cuando salga, y se ha puesto tan contenta.

¡Se puede hacer tan feliz con tan poco!

Hoy me han pedido autorización para usar mis análisis y coger lágrimas de los ojos para hacer un estudio de la incidencia del coronavirus en los pacientes y así avanzar en el tratamiento. Se me ponían los pelos de punta de poder contribuir un poquito a eso.

¡Pero qué bonito puede llegar a ser el ser humano!

Y creo que por hoy no voy a escribir más, las circunstancias son tercas y por más que estoy intentado escribir esta entrada desde hace 5 horas, no hay forma de seguir sin interrupciones así que dejo para mañana dos puntos de reflexión:
Uno es la pregunta del millón ¿Y dónde lo has pillado? 

El otro, adentrarse en el misterio.



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DIARIO: UNO DE TANTOS (3)

 Día 3


Domingo : Dominus- día del Señor

Día de descanso, será por eso que hoy me he sentido tan cansada, para ponerme en condición de descansar bien aprovechando que es domingo.

La noche ha transcurrido entre dos sobresaltos al abrir la puerta de mi habitación para limpiar las camas que tenía al lado (¿ Había necesidad de limpiar a las 2 de la mañana? 😜) y a las 6 de la mañana para ingresar a mi compañera, Araceli. 

Me ha encantado cómo le ha hablado la enfermera al prepararla y ponerle toda la medicación. Gracias a ella he sabido que tiene  84 años, 10 hijos, que uno ha fallecido recientemente de un infarto (¡qué dolor!) y que no recuerda qué día ni qué mes es hoy pero sabe que está cerca el día de Los Santos.

Hoy dedicaría mi diario a los sanitarios y a las personas mayores... Espero tener fuerza y tiempo para expresar tanto como me están inspirado unos y otros en este día del Señor especial porque es el DOMUND, día de las Misiones.

Y para hablar de Misión ¿Qué mejor que hablar de la que llevo siendo testigo privilegiada desde ayer?: la del personal sanitario.

¡Merecerían que los pudiéramos ver todos! Son un equipo perfectamente coordinado e intuyo que lo son gracias a su vocación y profesionalidad más que a las, seguramente, inexistentes pautas de arriba.

No puedo distinguir cuando entran en la habitación si son de limpieza, celadores, auxiliares o enfermeros. Entran como si se dispusieran a ir al espacio, con sus EPI, (sigo sin ver a Blas 🤔) mascarilla doble, gorro doble, gafas protectoras, pantalla protectora, bata especial, guantes, cubre zapatos... A veces percibo el vapor del calor de sus cuerpos en sus batas. Algunos no pueden usar sus gafas de miopía porque se les empañan. 

No es un traje para unos minutos, lo llevan puesto mientras hacen toda la ronda a las habitaciones. 

Están cansados, muy cansados. Solo hace falta indagar un poquito para saberlo. Es cansancio físico, pero sobre todo mental. Llevan desde marzo trabajando así y viendo y viviendo situaciones tremendas. Y no ven el final del túnel. Nadie lo vemos. Ellos tampoco.

Me pregunto por qué no entran suspirando ni quejándose de sus condiciones sino con una voz tan dulce, con tanta ternura y tan directos a atender de forma rápida y eficaz, sin excusas ni lamentos. ¡Son admirables! 

Hoy he visto a una enfermera llorar en las puerta cuando se ha asomado a apoyar el trabajo de su compañera de dentro. A veces la tensión puede, pero su labor no pierde la ternura ni la dedicación. 

Me dicen que hay ocasiones en las que se sienten muy incomprendidos, (llaman familiares de enfermos con exigencias y amenazas), y también solos en zona de nadie, no tienen el acompañamiento moral tan necesario en todo lo que están viviendo. 
¡Si tan solo pudiéramos ver 5 minutos lo que hacen!
No les da tiempo ni a ir al baño en muchas ocasiones.

Empatía, ¡Dios mío! Cuánta necesidad de empatía.
Cuánto exceso de exigencias preocupados por nuestro "ombligo" y cuánta necesidad de ponerse en la piel del otro.

Y cuánto nos estamos perdiendo por no saber mirar al otro, por no ¡poner a la persona en el centro!

¡Gracias por los sanitarios, Señor! 


Y la gente mayor ... Toda una vida de entrega, ¿!cuánto no habrá servido y atendido mi compañera Araceli a sus 10 hijos y 15 nietos!? 

Es a quienes más está castigando está enfermedad, se aprovecha de la debilidad. 
Y no, no son cifras, son vidas entregadas, vidas de construir nuestra Historia, vidas de trabajo, de dar lo mejor como mejor han podido y sabido.
¡Cuánta historia de amor habrá en cada vida!

¡Merecen tanto que se les cuide y se les atienda con sumo cariño y cuidado! Son un tesoro que ya se ha dado y ahora necesitan recibir.

Mi compañera me ha inspirado mucho, insiste en que esto es peor que cuando vivió la guerra. Le cuesta mucho aceptar la distancia obligada de su gente, en la guerra podían estar juntos y ahora no.

Ella me hace pensar y reflexionar mucho sobre las personas mayores. A pesar de que pasa el día prácticamente dormida. Le vigilo cada poco.

Bendita ella. 

¡Cuídalos, Señor! 





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DIARIO: UNO DE TANTOS (2)

 Día 2





¡Qué día tan entretenido!

Al despertar la primera sensación es una leve falta de aire. Trato de serenarme y no dejar a "la loca de la casa" haciendo de las suyas.


Respiro pausada y sosegada, cojo aire 5 segundos y lo suelto durante 10 segundos. Varias veces. Con los ojos cerrados.


La sensación no cambia. Pero el resto de síntomas casi han desaparecido, salvo la pérdida de olfato y gusto. Es extraña, es como si algo se oliera o se saboreara en la distancia....


Recuerdo las recomendaciones médicas, ante fiebre o falta de aire, acudir a urgencias. Pero no quiero precipitarme. 


La gran duda ¿Cuándo es el momento? ¿Cuánto esperar?


Sigo en la cama. Una hora, otra... Se pasan volando entre responder mensajes y... responder mensajes 😂 pero tengo un instante de "parar" y de ir más allá. 


Los pensamientos de la "loca de la casa" me quieren llevar a ponerme ante la posibilidad de que pudiera sucederme como en esos casos que hemos escuchado de las personas que no estaban mal y de pronto han empeorado sin remedio. Y ante esa posibilidad me he sorprendido no entrando en pánico. Cierto es que me queda mucho aún por aprender a vivir, pero si alguien que aún no ha nacido me preguntara qué es la vida y si yo he vivido, sin lugar a dudas sabría responder. 


He recordado las palabras de Pedro Casaldáliga:

"Y al final del camino me preguntarán ¿ Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres. "

Pues sí, también yo tengo el corazón lleno de nombres...¡qué fortuna la mía!


Y eso es DIOS, Dios es AMOR


Esa sería mi respuesta a la pregunta por mi vida. No he evitado emocionarme al pensarlo, ni quería evitarlo, he disfrutado de esa emoción.


Después, llamada de mi amiga enfermera para resolver mis dudas y decisión: ducha y llamada al teléfono de urgencias para consultar.


Con la actividad de levantarme para la ducha me he sentido más agitada. La decisión de acudir a los médicos quedaba confirmada.


Se ve que no he llamado al número establecido pero la atención del celador que ha respondido cuando ha conocido mi situación ha sido formidable.


La llamada posterior de la médico de urgencias también ha sido inmejorable. Recomendación de ir al hospital.


¡Olé! ¡Me regalan un paseo! 


Y cuando me preparaba para salir volvió a sonar el teléfono, preguntando por la persona encargada de mi hijo para darme la noticia de que también es positivo.


En casa hemos empatado este partido, mi marido y mi hija son negativos y mi hijo y yo, positivos. Además respetando la paridad y todo.


Total, que a poner de nuevo en marcha la máquina de las gestiones y avisos por el positivo de mi pequeño. Gran regalo: su visita a mi habitación y, esta vez sí, ¡UN ABRAZO ENVOLVENTE!


Y después, a la calle. Vivo muy cerca del hospital, a pocos metros, pero el paseo, con el día que hacía hoy y a pesar de mantener la concentración en alejarme de las pocas personas que había en la calle, lo he saboreado con intensidad.


Desde que he llegado a la carpa de urgencias la primera persona, he recibido una calidez y empatía no expresa pero totalmente palpable.


Todo el personal con sus EPI (no he llegado a ver a ningún Blas 🤔), bromas a parte... ¡Cuánto me ha conmovido la labor de cada uno de ellos! Y cuánto cansancio físico, pero, sobretodo mental reconocen. 


¿¡Qué sería de nosotros sin ellos!?


Están exhaustos y descorazonados por no ver el final de este túnel y sin embargo... SIGUEN, con toda la profesionalidad, ternura, comprensión... ¡Qué maravillosa vocación de servicio la de todos ellos! 


He hablado con muchos, me interesaba saber cómo estaban, también con los pacientes con los que he coincidido.


Necesitaría un blog entero para relatar estos encuentros. ¡Qué riqueza tan inmensa posee el ser humano! Y cuánto necesitamos poner a la persona en el centro, como nos ha dicho el Papa Francisco antes de ayer.


Me han atendido con agilidad y he sentido que todos agradecían el interés por ellos y poderse desahogar, aunque fuera tan fugazmente.


Después me ha tocado esperar resultados. Convencida de que no tardaría en regresar a casa cuando me han llamado para darme los informes... Pero no, en vez de volver a casa¡me regalan una estancia a pensión completa durante unos días! ¡Toma! 


Tengo neumonía, pero no es bilateral, solo en un pulmón, el izquierdo, cerca del corazón... qué romántica mi neumonía 😍


Pero me han invitado a la tranquilidad por mi buen estado en análisis y marcadores.


Los mensajes se han multiplicado entre los más allegados, algunos me invitaban a la serenidad, muchos de ánimo, otros de confianza en que pasará pronto... agradecida a cada uno de ellos. Más aún agradecida a cada oración o a cada meditación de quienes dejaron de rezar hace tiempo ¿Acaso hay alguna diferencia en este momento?


Pero, realmente estoy en paz. A cada día su afán y estoy "entre sus manos"


Al fin toca descansar, habitación con vistas, de momento en exclusiva para mí tras un día largo y muy vivido.


Hoy abrazo esta realidad. 


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DIARIO: UNO DE TANTOS (1)

 Día 1 





Los síntomas de esta enfermedad se antojan caprichosos. Aparecen de formas diferentes según la persona y evolucionan a su antojo. 

De vez en cuando tengo atisbos de olfato y de gusto, leves y breves.

Ayer sentía la garganta y la boca en general como si se hubieran incrustado finos granos de arena por toda la superficie. Hoy casi ha desaparecido esa sensación. Desde anoche, muy de madrugada, comencé a sentir el aire que pasaba por la garganta en su camino hacia los pulmones se tornaba en frío y poco agradable y debajo del cuello, en la parte alta del pecho, podía visualizar la llama de un mechero encendido a poco gas. 

El inicio de esas sensaciones provocaron pensamientos encadenados por la inquietud y el miedo a un empeoramiento progresivo. "La loca de la casa" que decía Santa Teresa, puede desbocarse en unos segundos. Entonces, súbitamente llegó a mi recuerdo la melodía de canción 



Entre Tus manos


está mi vida, Señor.


Entre Tus manos


pongo mi existir.


Hay que morir,


para vivir.


Entre Tus manos


confío mi ser.


Sosegué mis pensamientos y preocupaciones con esa canción hecha oración repetida lentamente y una respiración pausada que me fueron llevando hacia el encuentro con el abrazo confiado en el Padre antes de quedarme dormida.

Al despertar, la "llama" en el pecho había crecido un poco y la sensación de ardor leve me ha estado acompañando buena parte del tiempo. El efecto del parancetamol ha tardado en hacerse notar pero poco a poco la sensación ha desaparecido por completo, aunque en estos momentos está regresando nuevamente. Hoy lo observo sin obsesionarme. Me han avisado de que no descuide los síntomas porque el coronavirus es muy traicionero.

Mantengo esa calma repitiendo mi oración de hoy: "Entre tus manos, está mi vida, Señor."

Muy temprano han ido a hacerse la PCR mis hijos y mi marido, mañana sabremos resultados. De momento no hay síntomas significativos y doy gracias por ello.

Si alguno estuviera contagiado se terminaría mi soledad, pero deseo profundamente que ninguno lo esté. Y eso teniendo en cuenta que lo más duro del día ha sido tener que decir que NO a cada uno de mis hijos cuando en diferentes momentos han venido a pedirme un abrazo.

El mundo sigue girando fuera y yo puedo actuar poco en él a pesar de sus reclamos, aunque voy buscando herramientas y recursos para ir resolviendo cuestiones.

Recibo continuos mensajes, llamadas, la presencia del resto de la familia en la distancia, los amigos, los compañeros....¡los alumnos! no voy a negar que los mensajes de mis alumnos me conmueven de especial manera. (¡Y cuánto me preocupa haber visto cómo se relajaban muchos de ellos en clase ante los posibles contagios una vez pasadas las primeras semanas del curso!)

Hasta el momento el tiempo se me está pasando de una forma inesperadamente fugaz.

Veremos qué tal transcurre la tarde...

A cada día le basta su afán. (Mt. 6, 34)


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DIARIO: UNO DE TANTOS (0)

Día 0







En realidad no es el día "0" pero realmente... ¿quién puede saber con seguridad cuál es el día 0 en un contagio?
El caso es que hoy he recibido la noticia, de forma muy coherente con esta enfermedad, sola y a través de un pdf colgado en una página de resultados sanitarios.
Es increíble lo largos que se han hecho los segundos, las muchas cosas que he leído siendo un informe tan breve hasta que al fin mi mirada se ha topado con la palabra POSITIVO.
Milésimas de segundos de terror, no por mí, sino por los demás, han dado paso a la acción: correos, mensajes, llamadas... Había que poner en marcha la maquinaria.
Dios presente, pero a un ladito, acompañando en silencio, dejando toda esa actividad en mis manos.
Y después, Dios rompe su silencio y empieza a hablar como tanto le gusta, de forma sutil y discreta pero con amor desbordante: la reacción de mi marido, serena y determinada, el entendimiento y la aceptación de mis hijos de una nueva disciplina establecida en casa, el apoyo de los amigos y su disposición a colaborar en todo lo que podamos necesitar a partir de ahora, los mensajes de los compañeros, la cercanía de los sanitarios... ¡tantos "pequeños regalos"!

Y ahora empieza otra nueva realidad, la del confinamiento dentro del confinamiento. Mi familia confinada en casa y yo confinada dentro de nuestra habitación que me la he apropiado para mí sola, junto con un baño, ¡afortunados somos por tener dos en casa!
Día primero de los que tendrán que venir en estos escasos 12 m2, pero con una ventana a la calle y otra al mundo a través de mis dispositivos informáticos.
¿Cómo no estar agradecida?

Mis síntomas son leves, mejoran con el parancetamol.
Tenía cierta curiosidad por saber qué se siente cuando no se huele ni se saborea... ale, curiosidad resuelta. (Voy a sentir no tomar estos días el vino de mi marido, su "0 Puntos Parker", sería como tirarlo y eso no se puede permitir).

¿Inquietud? Sí, hasta que mi familia no se haga sus PCR y lleguen los resultados, son los que me preocupan.

En lo demás, poner soluciones, aprovechar las plataformas on line para seguir con mis clases, renunciar a algunos proyectos (el sábado me iban a grabar para el programa Testimonios con Isidro Catela en TVE2 como profe de Reli.... pipipi), cambiar el ritmo de las actividades y sobre todo, su formato.

¿Lo más difícil? Renunciar a los besos y abrazos de los de casa.

Por lo demás..... ¡SABER ESPERAR!



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