Auténtico AMOR, AMOR Verdadero




Hay una película titulada “El quinto elemento”, pertenece al género de ciencia ficción y tiene un mensaje interesante. Como sabemos, ya en la antigüedad se hizo una clasificación de la materia en la que se establecían cuatro elementos básicos: Tierra, Fuego, Aire y Agua. En esta película el quinto elemento, aquel que aglutina a los otros cuatro, está representado por un personaje femenino que aparece de pronto en la Tierra y es considerado como el “ser perfecto”, ella personifica al AMOR.
Siempre me ha llamado la atención una de sus escenas. Es aquella en la que ella aparece viendo diferentes imágenes en televisión para ponerse al día en la historia de la humanidad. Lo que me impacta de esta escena es ver cómo reacciona ante las imágenes y cómo llora desolada cuando descubre el odio y la crueldad que existen entre los seres humanos.
Una persona muy especial me dijo una vez que deseaba recuperar el verdadero significado de la palabra “Amor”.
La determinación que mostró ante lo que me parecía una descomunal tarea, me resultó desconcertante, tanto que no he dejado de pensar en esa misión desde entonces.
Me planteo dos cuestiones: ¿Por qué es necesario recuperar el significado de la palabra “Amor”? Y, lo que es aún más complicado…, ¿cómo lograrlo?
Sobre la primera cuestión, por qué necesitamos restaurar el auténtico significado del Amor, comencé a caer en la cuenta sobre cómo a la palabra “Amor” la hemos lesionado, mutilado, amputado, deformado, es más, manchado y denigrado de múltiples formas.
Muchas personas se han aprovechado del que es el sentimiento más universal y noble, del sentimiento que nos hace más humanos y, a su vez, el que más nos asemeja a Dios, para traficar con él, convirtiéndose en mercaderes sin escrúpulos de un “Amor” muy mal entendido.
Es más fácil y lucrativo promover en nuestra sociedad el narcisismo, el amor egocéntrico, que dirige a la persona hacia sí misma, anhelando ser admirada y sentirse grandiosa pero que la incapacita totalmente para conectar emocionalmente con los demás.
Promover el hedonismo que considera al placer como el único objetivo de la vida, viviendo sólo para disfrutar de los placeres, intentando evitar el dolor y el esfuerzo a toda costa.
Promover el materialismo que pretende cubrir la insatisfacción del ser humano, que muere en sus egoísmos, pretendiendo cubrirlo con bienes materiales.
Promover la superficialidad, no sólo no facilitar sino, además, poner trabas a la búsqueda necesaria que debe hacer toda persona en su interior para poder conocer quién es realmente y quién está llamado a ser.
Promover el individualismo, en última instancia, porque sólo desde esta concepción del ser humano, como individuo alejado y ajeno al resto de individuos, es posible que fructifique y se desarrolle todo lo anterior.
Y todo ello lo justificamos…. ¡¡¿EN NOMBRE DEL AMOR?!!
Cuando veo tales ataques al Amor me siento como el personaje de la película  de la que hablaba al inicio, que sufre en lo más profundo de sus entrañas por el escándalo del ultraje que estamos cometiendo al plan de Amor de Dios.
Y ¿cómo podremos lograr tan ingente tarea? Pues primero tendremos que vivir y reconocer qué es el verdadero AMOR para poder transmitirlo, y Dios es nuestro mejor maestro.
Jesucristo nos dijo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
El Amor es, por tanto, ENTREGA DESINTERESADA. Entrega que no busca otra cosa que no sea el verdadero Bien de la persona amada. Más aún, si estamos hablando del amor conyugal en el que esa entrega debe ser recíproca ya que sólo así se puede alcanzar la UNION con la totalidad del ser amado, una unión que construye un NOSOTROS que es la suma del “tú” y del “yo” sin que ninguno de los dos quede diluido, sino al contrario, ambos se potencian y se ayudan mutuamente para alcanzar ser aquello a lo que están llamados a ser. Este Amor, por supuesto, reclama la exclusividad del otro.
El verdadero Amor es fiel. Está basado en la VERDAD que ilumina y alimenta la CONFIANZA, es auténtico y no disimula ni presenta al otro una máscara de mentiras que hieren su dignidad llegando a poder anularle por completo.
Es PACIENTE y COMPRENSIVO. Como decía San Pablo: “Espera siempre”
Y es FUERTE y está FIRME y DETERMINADO para afrontar las dificultades de cada día.
El Amor es la mayor manifestación de Dios en nuestras vidas, pero al deformarlo y trasgredirlo no estamos dejando que Él se nos muestre en toda su grandeza y esplendor.
Por el escándalo que me produce ver cómo estamos disfrazando de “Amor”  al narcisismo, al hedonismo, al materialismo, al individualismo, y distorsionamos de manera aberrante, he decidido adoptar como mía la tarea de recuperar para el mundo el auténtico significado de la palabra Amor, porque en nombre de él hemos tratado de justificar auténticas barbaridades. Por culpa de esa manipulación tan repugnante del “Amor” resulta casi imposible que entiendan en clase, nuestras generaciones futuras, el verdadero sentido y alcance de la frase de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.


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