DIARIO: UNO DE TANTOS (3)

 Día 3


Domingo : Dominus- día del Señor

Día de descanso, será por eso que hoy me he sentido tan cansada, para ponerme en condición de descansar bien aprovechando que es domingo.

La noche ha transcurrido entre dos sobresaltos al abrir la puerta de mi habitación para limpiar las camas que tenía al lado (¿ Había necesidad de limpiar a las 2 de la mañana? 😜) y a las 6 de la mañana para ingresar a mi compañera, Araceli. 

Me ha encantado cómo le ha hablado la enfermera al prepararla y ponerle toda la medicación. Gracias a ella he sabido que tiene  84 años, 10 hijos, que uno ha fallecido recientemente de un infarto (¡qué dolor!) y que no recuerda qué día ni qué mes es hoy pero sabe que está cerca el día de Los Santos.

Hoy dedicaría mi diario a los sanitarios y a las personas mayores... Espero tener fuerza y tiempo para expresar tanto como me están inspirado unos y otros en este día del Señor especial porque es el DOMUND, día de las Misiones.

Y para hablar de Misión ¿Qué mejor que hablar de la que llevo siendo testigo privilegiada desde ayer?: la del personal sanitario.

¡Merecerían que los pudiéramos ver todos! Son un equipo perfectamente coordinado e intuyo que lo son gracias a su vocación y profesionalidad más que a las, seguramente, inexistentes pautas de arriba.

No puedo distinguir cuando entran en la habitación si son de limpieza, celadores, auxiliares o enfermeros. Entran como si se dispusieran a ir al espacio, con sus EPI, (sigo sin ver a Blas 🤔) mascarilla doble, gorro doble, gafas protectoras, pantalla protectora, bata especial, guantes, cubre zapatos... A veces percibo el vapor del calor de sus cuerpos en sus batas. Algunos no pueden usar sus gafas de miopía porque se les empañan. 

No es un traje para unos minutos, lo llevan puesto mientras hacen toda la ronda a las habitaciones. 

Están cansados, muy cansados. Solo hace falta indagar un poquito para saberlo. Es cansancio físico, pero sobre todo mental. Llevan desde marzo trabajando así y viendo y viviendo situaciones tremendas. Y no ven el final del túnel. Nadie lo vemos. Ellos tampoco.

Me pregunto por qué no entran suspirando ni quejándose de sus condiciones sino con una voz tan dulce, con tanta ternura y tan directos a atender de forma rápida y eficaz, sin excusas ni lamentos. ¡Son admirables! 

Hoy he visto a una enfermera llorar en las puerta cuando se ha asomado a apoyar el trabajo de su compañera de dentro. A veces la tensión puede, pero su labor no pierde la ternura ni la dedicación. 

Me dicen que hay ocasiones en las que se sienten muy incomprendidos, (llaman familiares de enfermos con exigencias y amenazas), y también solos en zona de nadie, no tienen el acompañamiento moral tan necesario en todo lo que están viviendo. 
¡Si tan solo pudiéramos ver 5 minutos lo que hacen!
No les da tiempo ni a ir al baño en muchas ocasiones.

Empatía, ¡Dios mío! Cuánta necesidad de empatía.
Cuánto exceso de exigencias preocupados por nuestro "ombligo" y cuánta necesidad de ponerse en la piel del otro.

Y cuánto nos estamos perdiendo por no saber mirar al otro, por no ¡poner a la persona en el centro!

¡Gracias por los sanitarios, Señor! 


Y la gente mayor ... Toda una vida de entrega, ¿!cuánto no habrá servido y atendido mi compañera Araceli a sus 10 hijos y 15 nietos!? 

Es a quienes más está castigando está enfermedad, se aprovecha de la debilidad. 
Y no, no son cifras, son vidas entregadas, vidas de construir nuestra Historia, vidas de trabajo, de dar lo mejor como mejor han podido y sabido.
¡Cuánta historia de amor habrá en cada vida!

¡Merecen tanto que se les cuide y se les atienda con sumo cariño y cuidado! Son un tesoro que ya se ha dado y ahora necesitan recibir.

Mi compañera me ha inspirado mucho, insiste en que esto es peor que cuando vivió la guerra. Le cuesta mucho aceptar la distancia obligada de su gente, en la guerra podían estar juntos y ahora no.

Ella me hace pensar y reflexionar mucho sobre las personas mayores. A pesar de que pasa el día prácticamente dormida. Le vigilo cada poco.

Bendita ella. 

¡Cuídalos, Señor! 





5 comentarios:

doble visión 18 de octubre de 2020, 11:28  

Emotivo relato... Y a seguir luchando por aumentar la empatía entre los seres humanos.
Cuidate peregrina...una etapa menos!
:D

Noelia 18 de octubre de 2020, 12:51  

Qué razón tienes Nines. Gratitud y empatía son los valores que deberíamos trabajar cada día, sobre todo con todos los que están ahí en primera línea. Ánimo, seguimos contigo. 💪🏻

Lourdes 18 de octubre de 2020, 14:02  

Te envío toda mi fuerza!

Unknown 19 de octubre de 2020, 22:52  

Mil gracias por todo tu apoyo. Cuídate

Ander LLorente 20 de octubre de 2020, 13:10  

¡Precioso relato! ¡Qué importante la empatía y cuánto nos cuesta! Un fuerte abrazo y gracias por tu testimonio.

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